domingo, 8 de noviembre de 2015

Los he visto en el cine

Los he visto en el cine, frente a los teatros, en los tranvías y en los parques, los dedos y los ojos apretados. Las muchachas ofrecen en las salas oscuras sus senos a las manos y abren la boca a la caricia húmeda y separan los muslos para invisibles sátiros. Los he visto quererse anticipadamente, adivinando el goce que los vestidos cubren, el engaño de la palabra tierna que desea, el uno al otro extraño. Es la flor que florece en el día más largo, el corazón que espera, el que tiembla lo mismo que un ciego en un presagio. Esa niña que hoy vi tenía catorce años, a su lado los padres le miraban la risa igual que si ella se la hubiera robado. Los he visto a menudo -a ellos, a los enamoradosen las aceras, sobre la yerba, bajo un árbol, encontrarse en la carne, sellarse con los labios. Y he visto el cielo negro en el que no hay ni pájaros, y estructuras de acero y casa pobres, patios, lugares olvidados. Y ellos, constantes, tiemblan, se ponen en sus manos, y el amor se sonríe, los mueve, les enseña, igual que un viejo abuelo desengañado.

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