domingo, 8 de noviembre de 2015

Ésa es su ventana

Ésa es su ventana. Allí la espera el tiempo. Tras el cristal su rostro invisible, en silencio. Me mira, ciega y dulce, con los ojos abiertos. La noche está a mi lado, su ventana está lejos. Alguien la busca a veces vestida de negro, joven madre del luto, flor del viento. Sus manos rezan sobre su pecho. Y ella, niña, me mira con sus ojos viejos. Y yo la busco dulce, muerto. En la sombra estaban sus ojos y sus ojos estaban vacíos y asustados y dulces y buenos y fríos. Allí estaban sus ojos y estaban en su rostro callado y sencillo y su rostro tenia sus ojos tranquilos. No miraban, miraban, qué solos y qué tiernos de espanto, qué míos, me dejaban su boca en los labios y lloraban un aire perdido y sin llanto y abiertos y ausentes y distantes distantes y heridos en la sombra en que estaban, estaban callados, vacíos. Y una niña en sus ojos sin nadie se asomaba sin nada a los míos y callaba y miraba y callaba y sus ojos abiertos y limpios, piedra de agua, me estaban mirando más allá de mis ojos sin niños y que solos estaban, qué tristes, qué limpios. Y en la sombra en que estaban sus ojos Y en el aire sin nadie, afligido, allí estaban sus ojos y estaban Vacíos.

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